Robert Kennedy

Desarrollamos el tipo de ciudadanos que merecemos. Si un gran número de nuestros hijos crecen en la frustración y la pobreza, debemos esperar pagar el precio.

En última instancia, cada uno de nuestros derechos sólo vale lo que nuestro abogado hace que valga.

Cuando nuestros antepasados -los suyos y los míos- vinieron a Estados Unidos, lo hicieron porque este país les prometía algo. Les prometió una oportunidad, alimentada por la educación, no sólo para ganarse la vida a duras penas, sino para luchar por una buena vida.

En Estados Unidos creemos en la protección de las minorías; reconocemos las aportaciones que pueden hacer y el liderazgo que pueden proporcionar; y no creemos que ningún pueblo -ya sea mayoría o minoría, o seres humanos individuales- sea «prescindible» en la causa de la teoría o de la política.

Cuando las aspiraciones superan a las oportunidades, la sociedad respetuosa de la ley se convierte en víctima. Las actitudes de desprecio hacia la ley se forjan en este crisol y forman el núcleo interno de las creencias de la delincuencia organizada adulta.